En Colombia cada vez es más alta la cifra de personas que durante muchos años han hecho parte del Sistema laboral tradicional y hoy han decidido dejar de aportar su fuerza de trabajo a ese Sistema y con grandes expectativas sumarse al grupo de personas que le apuestan a generar sus propios ingresos, desarrollando sus actividades por cuenta propia, ya sea como consultores, emprendedores, comerciantes, pero se han encontrado con una especie de persecución en esa larga lucha en búsqueda del crecimiento y la expansión de sus negocios.
Cuando hablo de obstáculos, debo referirme a uno de los principales y tal vez a la razón más determinante que hace que los trabajadores independientes y quienes deciden constituir pequeña empresa se sientan en una persecución constante a causa de la legislación tributaria opresora, reflejada en la posición dominante que tienen las entidades tales como la Dirección Nacional de Impuestos y Aduanas Nacionales DIAN, especialmente hacia los trabajadores independientes y las pequeñas empresas.
Con relación a los trabajadores independientes, la última reforma tributaria eliminó el antiguo método que liquidaba las rentas basado en la tipificación de las personas; tales como, empleado, trabajador independiente y otros, estableciendo la clasificación por origen del ingreso, lo que quiere decir que las personas que perciban ingresos por varios conceptos o fuentes y que sean declarantes del Impuesto de Renta y Complementarios se les aplicará el “régimen cedular” al que corresponda; que a su vez es un nuevo concepto que consagra la reforma, el cual está dividido en a) Rentas de trabajo, b) Pensiones, c) Rentas de capital, d) Rentas no laborales y e) Dividendos y participaciones, clasificación que está encaminada a aumentar la base gravable y por lo tanto, a generar un correlativo aumento tributario en cabeza del trabajador independiente.
Es por ésta razón que los independientes y pequeñas empresas se ven obligados a mantenerse en la informalidad, puesto que la carga impositiva a la que deben someterse las empresas que se encuentran en la formalidad es demasiado alta, sin hablar de la cantidad de trámites que deben realizar para mantenerse en ella. En el caso de las pequeñas empresas, el costo de producción es muy elevado, sobre todo si tenemos en cuenta que sostener una nómina de trabajadores, por pequeña que sea es muy complejo, sobre todo cuando no se ve igualmente representada en la productividad de la compañía.
Lo incomprensible es que los incentivos tributarios en Colombia están dirigidos a las grandes empresas que son muy pocas con relación a las pequeñas y medianas empresas y generan un porcentaje poco representativo frente al total del empleo; mientras que las pequeñas y medianas empresas, que tienen muy pocos incentivos para trabajar y que representan más del 80% de las empresas existentes, fomentan más del 60% del total del empleo que se genera en Colombia.
Podemos concluir entonces que la tributación excesiva y las constantes reformas tributarias que benefician a un pequeño sector pero persiguen en gran medida a los sectores menos favorecidos se constituyen una clara y fuerte barrera de entrada al sector formal. Lo que indica que el Gobierno Nacional deberá reconsiderar el modelo tributario, buscando la inclusión y el beneficio para todos los sectores, evitando que los trabajadores independientes y las pequeñas empresas sean quienes tengan que pagar el precio del rigor de las normas tributarias expedidas en nuestro País.
Escrito por: Dra. Nathaly Martinez /Abogada Consultora